Convertirse en Carantoña no es una tarea sencilla ni rápida. Este proceso de transformación comienza con la colocación de un traje confeccionado artesanalmente con pieles curtidas de diferentes animales —oveja, cabra, macho cabrío e incluso piezas de caza— que cubre por completo el cuerpo del portador.
El atuendo se compone de varias partes. Los brazos y las piernas se revisten primero con pieles ajustadas mediante cuerdas. Sobre el torso se coloca la pieza principal, conocida como zamarrón, una piel más grande que se ciñe al cuerpo con una cincha o cinturón. La máscara, elemento más llamativo y simbólico del conjunto, puede incorporar pieles de zorro, colmillos de jabalí y otros materiales naturales, lo que le otorga un aspecto imponente y salvaje.
En una de sus manos, la Carantoña lleva una rama de olivo silvestre, conocida localmente como acebuchi, que forma parte esencial del personaje. Este papel tradicional lo asumen hombres del propio pueblo de Acehúche, y el proceso de vestirse requiere la ayuda de otra persona, debido a la complejidad y el peso del traje, que puede alcanzar entre 15 y 20 kilogramos. No se trata simplemente de ponerse un disfraz, sino de participar activamente en una manifestación ancestral que combina respeto, solemnidad y simbolismo.
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